domingo, 29 de marzo de 2009

Principios

MANUEL VICENT 29/03/2009

Es una fortuna caminar en compañía de gente sabia, divertida y escéptica, que esté dispuesta a cambiar cualquier verdad absoluta por un queso de cabra, cualquier honor, premio o reconocimiento por la corona de un sombrero de paja, cualquier clase de eternidad por la embriaguez de la duda unida a la armonía de la naturaleza. Por el contrario, encontrarse con gente de principios sólidos e inalterables es el peligro más grave que puede correr uno en esta vida. Un hombre de principios fue aquel que, sintiéndose puro, arrojó la primera piedra contra la adúltera; es el mismo que te indica con el dedo el camino recto que debes seguir y en cuanto te desvíes será el que te delate, el que te incluya en la lista negra o borre definitivamente tu nombre del mapa. En el caso en que este hombre de principios obtenga un poder absoluto, si además es muy devoto, no dudará en mandarte a la horca rezando por tu alma sin ahorrarse las lágrimas, puesto que también se puede llegar a la extrema violencia a través de la piedad. Huye de ese ser misericordioso que busca tu salvación por medio del terror del espíritu y te obliga a desayunar cada mañana con una rueda de molino. No es ninguna broma aquello que dijo Groucho Marx: "Éstos son mis principios, Si no le gustan, tengo otros". El fanático es capaz de saltar de un risco al risco contrario, ambas cimas situadas a la misma altura bajo un cielo nítido y puro, donde se siente igual de seguro, aunque armado esta vez con distinto látigo. El dogma es una forma de locura, del mismo modo que la pureza extrema alcanza a veces la forma de la más refinada crueldad. Los principios inalterables nos fueron inoculados en una edad muy temprana cuando nuestro cerebro estaba aún desvalido. En la mayoría de los casos aquellos principios fermentaron y se diluyeron en la inteligencia, en la imaginación y en el placer de los sentidos; pero hay personas que conservan incólumes aquellos mitos de la infancia en su cerebro de reptil sin que encuentren salida sino a través de los latidos de sangre que conforman su pensamiento. Hoy es un domingo de primavera y hay dos clases de desayuno. Por un lado, café, tostadas, queso de cabra y alguna duda relativa; por otro, principios inalterables y ruedas de molino.

viernes, 27 de marzo de 2009

¡A trabajar, coño¡

JUAN JOSÉ MILLÁS 27/03/2009

En lo que la acción política tiene de relato, comienza a dar muestras de agotamiento insoportables. No se puede ofrecer a los espectadores (a eso hemos quedado reducidos los votantes) el mismo guiso narrativo, recalentado al microondas, durante dos semanas (véase, por ejemplo, el asunto de Kosovo). Pónganse ustedes, los actores (a eso han quedado reducidos los políticos), en los zapatos de un ciudadano en paro que lleva siete días escuchando que si Kosovo sí, que si Kosovo no, que si las formas, que si el fondo, que si ahora estamos de acuerdo, que si ahora discrepamos. Y así un día y otro, una hora y otra. Parece una serie de TV atascada, una serie de repetición, una mierda. Si eso ocurre en un asunto en el que están de acuerdo, ¿qué tortura no nos infligirán cuando disientan? No hay nada peor para un relato que la previsibilidad y son ustedes más previsibles que un mal chiste.

Tan previsibles son que nos acaban de confirmar lo que sospechábamos: que de 350 diputados sólo 34 tienen dedicación exclusiva (el resto va cuando hay votaciones). Por lo visto, cuarenta y seis millones de ciudadanos no se merecen 350 representantes a jornada completa. Resulta que el escaño es una llave para abrir puertas, para sacarse un sobresueldo. Eso sí que es un escándalo, eso sí que merecería dos semanas de debate. Ahí tienen a Michavila forrándose, a Pizarro forrándose, a López-Amor forrándose, a Ángel Acebes forrándose... Comprende uno que les falte tiempo para construir nuestro bienestar, que (hablando de incompatibilidades) es incompatible con el suyo. ¿Pero ustedes conocen la situación? ¿Están al tanto de lo que nos pasa? ¿Tienen idea de lo que es el miedo a quedarse sin trabajo, el pánico a la cola del paro, el terror a que el cajero automático te devuelva la tarjeta de crédito? Ya está bien, coño, pónganse a trabajar.

domingo, 22 de marzo de 2009

Soldados israelíes lucen camisetas que incitan a matar palestinos



J. MIGUEL MUÑOZ - Jerusalén - 22/03/2009

Se fabrican por encargo para unidades del Ejército israelí. Camisetas que no se ven por las calles, pero que los jóvenes soldados visten en los cuarteles. "Un tiro, dos muertos" es el lema bajo el dibujo de una musulmana embarazada. "Mejor use Durex", se lee sobre una mira telescópica por la que se ve una niña muerta con un peluche. En otra se imprime: "Confirmar la muerte". Es decir, se dispara a la cabeza de un herido a quemarropa.

Los portavoces castrenses reiteran que sus uniformados obedecen impecables reglas de conducta moral. Pero los excesos abundan y los castigos brillan por su ausencia. Un soldado que vació un cargador sobre una niña herida en 2004 en Rafah se presentó voluntario para la reciente campaña de Gaza. "Mi mayor preocupación es la pérdida de humanidad en las guerras prolongadas", decía, años atrás, el hoy jefe del Estado Mayor del Ejército, Gaby Ashkenazi.

viernes, 20 de marzo de 2009

Soldados israelíes describen los abusos cometidos en Gaza

"No tolerancia, venimos a aniquilar", escribieron los militares en las casas

JUAN MIGUEL MUÑOZ - Jerusalén - 20/03/2009

"Cuando entrábamos en una casa, se derribaba la puerta y disparábamos. A eso lo llamo asesinato. En cada planta, disparábamos a las personas que identificábamos. Me pregunté: ¿Cómo puede ser eso razonable?", explicó un militar. Es uno de los testimonios publicados por el diario Haaretz sobre las experiencias de algunos soldados israelíes en la última guerra de Gaza que el Ejército y el Gobierno de Ehud Olmert prefirieron llamar "operación", y que abogados y jueces que planean presentar cargos en la Corte Penal Internacional califican de crímenes de guerra.

Danny Zamir, director de la Academia Militar Isaac Rabin, cuyos alumnos debatieron semanas atrás sobre sus experiencias en la guerra, aseguraba ayer que los soldados hablan de "fuego injustificado contra civiles palestinos". De las 1.400 víctimas mortales, casi un millar fueron civiles desarmados y 239 policías perecieron mientras trabajaban en los cuarteles el primer día de la agresión. Doscientos treinta y cinco milicianos fallecieron en los combates.

Otro militar aseguró que un comandante ordenó disparar contra una anciana que caminaba por una carretera a 100 metros de distancia. Un tercero relató lo sucedido después de asaltar una vivienda: "El jefe del pelotón dejó marchar a la familia y les dijo que se fueran hacia la derecha. Una madre y sus dos hijos no entendieron y marcharon hacia la izquierda. El francotirador los vio aproximarse en una zona en la que tenía orden de que nadie se acercara. Les disparó". Ese suboficial precisó que sus hombres sentían "que la vida de los palestinos es algo mucho menos importante que las vidas de nuestros soldados. Así pueden justificarse".

Los soldados israelíes también lo dejaron por escrito. "No tolerancia, venimos a aniquilar", "Muerte a los árabes". Son sólo dos de las pintadas que los militares garabatearon en las paredes de los edificios que tomaban como base. Proliferan los testigos que relatan cómo destruían ordenadores, muebles, televisiones, electrodomésticos... Cagaban en el interior de las lavadoras o dejaban los excrementos en la nevera.

Las reglas dadas a los soldados para el combate fueron extremadamente permisivas. Todo era válido para evitar bajas en un Ejército que se nutre cada vez más de jóvenes de extrema derecha. También influyeron las consignas de rabinos que conminaban "a no tener piedad". El Ejército promete investigar lo sucedido.

"Señora vicepresidenta, mi abuela no murió para encubrir a soldados asesinando a abuelas palestinas en Gaza... Los palestinos son tratados como basura... La solución no es la conquista, el verdadero objetivo de los israelíes, que no pueden lograr. Sus gobernantes no son sólo criminales de guerra. Son idiotas". Lo dijo en la Cámara de los Comunes británica, durante la guerra en Gaza,

el diputado Gerald Kaufmann, criado como judío ortodoxo y sionista, cuyos familiares fueron masacrados en el Holocausto, amigo de muchos primeros ministros de Israel empezando por Ben Gurión.

domingo, 15 de marzo de 2009

La condena

MANUEL VICENT 15/03/2009

Nadie sabe a qué paraíso o infierno nos llevará la ciencia mañana, porque nuestro destino consiste en vivir siempre en la prehistoria. Sólo una cosa está clara: ninguna amenaza de los antiguos dioses, ningún anatema de los modernos servidores del templo, pese a tener a Prometeo encadenado o a haber mandado a Giordano Bruno a la hoguera, han logrado detener el impulso del cerebro humano, que le lleva a abrirse camino en la oscuridad. A lo largo de la historia los poderes sagrados han hecho que todos los avances de la medicina tuvieran siempre un carácter furtivo. Jugándose la excomunión Vesalio, en el siglo XVI, se vio obligado a robar cadáveres de los cementerios para estudiar la anatomía humana, hasta que un juez de Padua le proporcionó a escondidas cuerpos de criminales recién ajusticiados. Así se enteró la humanidad dónde tenía el hígado y el corazón y las vísceras más secretas. Desde los tiempos del griego Galeno la disección anatómica sólo se realizaba con monos y cerdos, pero la iglesia transigió con que Vesalio descuartizara los despojos de los ahorcados porque consideraba que su alma estaba en el infierno. Si en su momento la iglesia condenó la vacuna de la viruela, la instalación del pararrayos, la anestesia, la transfusión de sangre y el parto sin dolor tampoco hay que sorprenderse de que se oponga frontalmente ahora a la investigación con las células madre. Contra este designio oscurantista el presidente Obama ha dado un paso adelante, porque sabe que ningún patíbulo ha logrado erradicar del cerebro humano su frenética curiosidad ante lo desconocido. Todos los inquisidores han terminado por hacer el ridículo. Del otro lado quedará siempre la hipocresía. Está por ver qué pensará la Iglesia sobre las células madre cuando mañana los católicos puedan tener en el frigorífico, envuelto en papel de aluminio, un pedazo de tejido congelado para curar o regenerar órganos vitales de su cuerpo, de la misma forma que en el taller le ponen una pieza de recambio al coche. Sucederá lo de siempre. Los cavernícolas seguirán clamando en público contra los peligros de la ciencia, mientras en privado no dejarán de usar en propio beneficio todas las ventajas que les depare el progreso llevado a cabo por quienes ellos han condenado.

sábado, 7 de marzo de 2009

La Ciudad de las Ideas. Entrevista a Daniel Dennett

Entrevista a Daniel C. Dennet



Daniel C. Dennett, calificado por algunos como el nuevo Bertrand Russell, es un personaje difícil de resumir. En varios cientos de artículos y en sus numerosos libros, desde “Content and Consciousness” (1969) hasta “Brainchildren: Essays on Designing Minds” (1998), Dennett ha explorado temas tan diversos como el lenguaje, la cognición, la consciencia, la inteligencia artificial, la filosofía de la mente o la teoría de la evolución, y en todos ellos ha adquirido un reconocimiento internacional indiscutible. Educado en Harvard y en Oxford, donde se doctoró en 1965, Dennett se describe a sí mismo como filósofo, pero su trabajo ofrece una visión de la filosofía muy distinta a la que hasta ahora estábamos acostumbrados. Para la mayoría de los científicos, los filósofos son humanistas que no saben nada de ciencia. Dennett, sin embargo, es un atento seguidor de los avances científicos y entiende el lenguaje técnico mejor que la mayoría de los científicos.

Daniel C. Dennett (1942) es Distinguished Arts and Sciences Professor y director del Centro de Estudios Cognitivos de la Universidad de Tufts (Massachusetts, EEUU). El pasado mes de noviembre, Dennett visitó Valencia para participar en el congreso “Evolution: From molecules to ecosystems” organizado por el Instituto Cavanilles de la Universidad de Valencia. El congreso reunió en el Jardín Botánico de la Universidad a una nutrida representación de biólogos de varios países y en él participaron algunos de los más destacados especialistas en el campo de la biología evolutiva.
Durante varios días tuvimos ocasión de conocer personalmente a Dennett y de conversar con él sobre los temas más variados y, especialmente, sobre sus ideas acerca de la evolución. La teoría de la evolución ha sido un tema recurrente en la obra de Dennett, y a ella ha dedicado uno de sus libros más recientes, Darwin’s Dangerous Idea (1995), traducido al castellano como "La peligrosa Idea de Darwin" (Círculo de Lectores, 1999). En este libro, Dennett explora las implicaciones del legado de Darwin desde la perspectiva de un filósofo. Para Dennett, la revolución darwiniana no fue sólo científica, sino también filosófica, y son precisamente las implicaciones filosóficas las que hacen que la idea de Darwin sea peligrosa. Peligrosa porque promete –no amenaza– transformar profundamente nuestra visión tradicional de lo que es la vida y del lugar que ocupamos en el universo.
Dennett no es, desde luego, un filósofo al uso. Uno de los aspectos de su personalidad que más sorprende es su tremenda curiosidad por todo lo que tienen que decir los científicos. Sus reflexiones sobre la biología no están basadas en Aristóteles, Platón, Kant ni en otros oráculos habituales, sino en el trabajo de los propios biólogos. Dennett sí sabe escuchar a los científicos y toma buena nota de lo que escucha. Durante las sesiones del congreso sobre evolución pudimos verle tomar notas con una vehemencia que haría palidecer al más devoto de nuestros estudiantes universitarios –incluso en conferencias que muchos biólogos hubiesen calificado como aburridas– y en varias ocasiones hubo que suministrarle papel adicional para que pudiera seguir escribiendo.

¿Qué puede aportar la filosofía a la biología?
En primer lugar hay que aclarar que no existe la ciencia libre de filosofía. Hay ciencia en la que no te tomas la molestia de examinar tus presupuestos filosóficos, y ciencia en la que sí lo haces, pero siempre hay presupuestos filosóficos. A lo mejor tienes suerte –¡mucha suerte!– y los presupuestos filosóficos de tu ciencia son inofensivos y neutrales. De hecho, es muy raro que ese sea el caso. La contribución que hace la filosofía es simplemente exponer los presupuestos filosóficos de la ciencia y ver si son buenos. Para hacerlo bien debes conocer la ciencia en cuestión. Mucha de la filosofía de la ciencia que se hace hoy en día es inútil porque no está educada en la ciencia pertinente. En este sentido, los filósofos que hayan hecho sus deberes y hayan aprendido biología pueden hacer una contribución muy interesante.

Su libro La peligrosa idea de Darwin ha sido el libro sobre darwinismo que más comentarios ha suscitado estos últimos años, ¿a qué cree que se debe que el libro haya recibido tanta atención?
Creo que tuve la suerte de expresar ideas que en ese momento necesitaban ser expresadas. Cuando se publicó mi libro mucha gente estaba empezando a pensar sobre una visión más general del darwinismo, yo únicamente lo hice unos pocos meses antes de que lo hicieran otros. Recuerdo que cuando estaba trabajando en el libro pensaba: “tendré suerte si lo tengo publicado antes de que alguien escriba un libro sobre el mismo tema”. Podía oir como otros a mi alrededor empezaban a expresar esas mismas ideas, y de hecho varios libros que salieron poco después que el mío contenían ideas muy parecidas. Tuve la suerte de estar allí unos pocos meses antes que ellos.

¿Qué siente un filósofo al ser invitado a participar en un congreso sobre biología evolutiva?
Me encanta que me inviten a estas conferencias, las encuentro fascinantes. Estoy muy satisfecho por la recepción que mi libro ha tenido entre los biólogos. He llegado a la conclusión de que el hecho de que me inviten a sus conferencias y a sus seminarios es señal de que piensan que tengo algo que aportar, y de hecho estas reuniones ocupan una gran parte de mi vida desde que se publicó el libro. Durante los últimos cinco años he estado en más departamentos y conferencias de biología que de filosofía.

La idea principal del libro La peligrosa idea de Darwin es que el simple algoritmo de la selección natural es aplicable a un gran número de fenómenos de muy diversa índole, algunos de los cuales ni siquiera habían sido considerados por los biólogos y por otros científicos. En sus libros anteriores había referencias a la evolución pero éste es el primer libro dedicado enteramente a este tema. ¿Cómo empezó a interesarse por la biología evolutiva?
Siempre he creído que el pensamiento evolutivo era importante para comprender el aprendizaje, para entender como funciona el cerebro. De hecho en mi primer libro Content and consciousness (publicado en castellano como Contenido y conciencia) esbocé una teoría evolutiva del aprendizaje. Al pasar los años, me impresionaron las reacciones tan negativas que provocaba el pensamiento evolutivo entre la gente de mi campo y de las ciencias cognitivas en general. Gente que, para mi sorpresa, mostraba una aversión muy intensa hacia el pensamiento evolutivo por razones que ni ellos mismos eran capaces de admitir, y así empecé a interesarme por la oposición al pensamiento evolutivo. Cuanto más veía, más me convencía de que tenía que escribir un libro sobre el tema, y en el proceso aprendí muchas cosas sobre la biología evolutiva que no conocía, y cuanto más aprendía más fascinante me parecía.

¿Por qué piensa que la evolución despierta tanto interés hoy en día?
Creo que hay muchas razones. Una de ellas, por supuesto, ha sido el tremendo progreso de la biología molecular y del proyecto genoma. Además, la gente empieza a comprender que los problemas del medio ambiente y las enfermedades son fundamentalmente problemas evolutivos. No vamos a encontrar buenas soluciones para problemas tan acuciantes como el calentamiento global o las epidemias si no tenemos una perspectiva evolutiva. Otra fuente de interés viene de la informática, en la que las aproximaciones evolutivas al desarrollo del software y los algoritmos genéticos están teniendo un gran éxito. Esto hace que la gente esté empezando a comprender que, tanto si quiere como si no, los algoritmos evolutivos están por todas partes.

En el libro utiliza como metáforas las “grúas” y los “ganchos colgados del cielo”. ¿Podría explicarnos qué entiende por “grúa”?
Hay diferentes formas de ver la evolución; yo veo el trabajo que hace la evolución como una elevación en el espacio de diseño. El mecanismo básico de la selección natural es como un elevador muy lento y gradual; es como empujar algo hacia arriba por una rampa. Las personas que recelan del poder de la evolución han buscado cosas a las que no sería posible llegar por esa rampa porque son demasiado maravillosas, y han buscado milagros venidos de lo alto, “ganchos colgados del cielo”. Pero en su lugar se han encontrado con que el proceso de la selección natural ha creado por sí mismo elevadores muy eficaces, a los que yo llamo “grúas”. Una grúa es un artilugio que realiza elevaciones locales muy eficazmente. En relación a la evolución, una grúa es un fenómeno que permite una elevación más rápida, que hace que el proceso evolutivo avance de forma más rápida y eficiente. Así el sexo es una grúa indiscutible porque, una vez tienes recombinación, ésta permite unas trayectorias mucho más rápidas a través del espacio de diseño. De hecho, el sexo tiene que proporcionar importantes beneficios porque hay que pagar el precio inicial que supone dividir la eficacia por la mitad. Lo bonito de considerar el sexo como una grúa es que no surgió para ser una grúa. No debemos cometer el error de pensar que la evolución tiene un plan. Pero una vez el sexo aparece en escena permite explorar más rápidamente el espacio de diseño de lo que era posible antes. El lenguaje también es una potente grúa. Gracias a él tenemos la ingeniería genética, que es la última de una serie de aceleraciones evolutivas debidas a nuestra propia especie. La selección artificial, como dijo Darwin, ha sido un potente amplificador de la selección, pero no es nada comparada con la ingeniería genética. Ahora tenemos plantas con genes de luciérnaga que brillan en la oscuridad. Esto significa salvar una distancia enorme en el espacio de posibilidades, algo que era tremendamente improbable antes de la ingeniería genética.

Algunos científicos de reconocido prestigio como Stephen J. Gould son objeto de crítica en su libro. ¿Cuáles fueron esas críticas y cómo respondió Gould a ellas?
En mi libro sugería que Stephen J. Gould había estado divulgando una idea tergiversada del estado actual de la teoría evolutiva, ... y por supuesto no esperaba que le sentara bien semejante acusación. Así que su respuesta no fue en absoluto inesperada, aunque fue decepcionante. Escribió una respuesta muy airada (véase Darwinian Fundamentalism, 1997), muy emocional, pero no respondió directamente a las críticas que yo le hacía.

Uno de los autores que aparentemente más le ha inspirado en el campo de la biología evolutiva ha sido Richard Dawkins, autor de El gen egoísta. ¿Cuál es su opinión sobre la obra de Dawkins?
Curiosamente, al principio, cuando oí hablar del libro de Dawkins, no quise leerlo, porque el título me hizo pensar que iba a ser una explicación o pseudoexplicación genética del egoísmo humano, y pensé que sería una estupidez y que no me interesaba leerlo. Lo que ocurrió es que mi colaborador, Douglas Horstatdter, lo leyó y me dijo: “Dan, tienes que leer este libro”. Lo hice y me convertí en un “fan” de Dawkins

¿Es posible que la reacción de Gould pudiera deberse en parte a que usted ha dado apoyo filosófico a las ideas de R. Dawkins, J. Maynard Smith y otros conocidos neodarwinistas?
En EEUU, las ideas de Dawkins y Maynard Smith acerca de la evolución han sido silenciadas y Gould tiene gran culpa de ello; es decir, él ha sido muy convincente a la hora de presentar su propia visión del proceso evolutivo como la visión correcta. Incluso ha disuadido a la televisión pública de emitir programas en los que se expusieran otras visiones. Por ejemplo, Dawkins realizó una serie de programas excelentes sobre la evolución para la BBC que nunca se han visto en EEUU. ¿Por qué? Porque los asesores de la televisión pública, entre ellos Gould, dijeron que no eran buenos. Pero Gould no es el único, en cierto modo Steven Rose desempeña un papel similar en Inglaterra, o Lewontin,... es terrible, pero es así.

¿Por qué piensa que algunos biólogos como Gould están tan preocupados por imponer una versión descafeinada del darwinismo, es decir, por aceptar que hay fenómenos naturales que no pueden explicarse por el simple algoritmo de la selección natural?
Es algo que siempre he intentado averiguar; tengo algunas sospechas pero me resisto a ofrecer un diagnóstico. Algunos hechos, sin embargo, son obvios. Muchas de las razones que tiene la gente para resistirse a un darwinismo completo, con todo su vigor, son políticas en un sentido amplio del término. La gente es reacia a conceder a la ciencia tanta importancia en el proyecto explicativo, para proteger así cierto tipo de fenómenos humanos de cualquier explicación científica. Este es, en cierto sentido, un proyecto político. Hay personas tanto de derechas como de izquierdas que quieren mantener a la ciencia en su lugar. Creo que Gould simpatiza con el tipo de nociones deconstructivistas de la ciencia que reivindican que la ciencia no posee un punto de vista privilegiado en el camino hacia la verdad y yo no estoy de acuerdo con esa visión.

En su libro afirma que “la prudencia exige que las religiones sean encerradas en jaulas”.
Absolutamente necesario. Ésta es probablemente la frase del libro que más a menudo se cita fuera de contexto. Los ejemplos que di incluían las religiones que practican el sacrificio de animales, la esclavitud de las mujeres, ..., y dejé muy claro que todos nosotros, en todos los países, ponemos límites a la libertad religiosa. No permitiríamos una religión que esclavizara o que hiciera sacrificios humanos. Y en ese contexto afirmé que la libertad religiosa tiene sus límites y para ello hice el paralelismo con los animales encerrados en los zoos. Y cada vez que una persona religiosa me echa en cara esa frase, le digo: ¿tu aceptas la fetua contra Salman Rusdie? Si no la aceptas, entonces estás de acuerdo conmigo.

¿Cuál es su opinión sobre la enseñanza del creacionismo a los niños en las escuelas?
Este es un problema muy real en EEUU. Hay muchos profesores, incluso profesores de universidad, que apoyan que se enseñe el creacionismo en las escuelas, y para mí esto es muy perjudicial. No propongo que los metamos en jaulas, pero creo que deberíamos dejar claro tan públicamente como sea posible que esa gente tiene miedo de enseñar la verdad. Sus niños les preguntarán cuando crezcan: ¿Por qué me contaste esas mentiras? ¿No pensabas que iba a ser capaz de enfrentarme a la verdad? Yo creo que mentir a un niño es malo. Por supuesto, hay mentiras que parecen benignas, como Santa Claus. A veces me maravillo de que la gente se sienta a gusto con esto, porque creo que sienta un mal precedente: ahí tenemos a gente mayor conspirando para engañar a los niños sobre algo que más tarde o más temprano van a descubrir que es mentira. Si los adultos imponen el creacionismo o la ciencia de la creación a sus niños llegará el momento en que los niños les van a decir: ¿Por qué nos engañasteis?

¿Va a continuar explorando las implicaciones del darwinismo?
¡Oh sí!, ahora mismo estoy trabajando en un libro sobre la evolución del libre albedrío. Es algo que ya traté aunque de forma muy rudimentaria en mi libro Elbow Room. Creo firmemente que, al menos en EEUU, la resistencia de mucha gente al pensamiento evolutivo se debe al miedo a que nos roben nuestra libertad. Piensan que si se considera el Homo sapiens como un producto más de la evolución, como cualquier otro animal, nuestra imagen de nosotros mismos y de nuestro libre albedrío quedará destruida. Yo quiero argumentar justo lo contrario: no comprenderemos realmente el libre albedrío hasta que no sepamos qué es y cómo evolucionó, y lo que quiero hacer es contrastar el libre albedrío humano como fenómeno evolutivo con el libre albedrío animal. Y la diferencia es enorme. Son tan diferentes como el lenguaje humano y el canto de un pájaro. Ambos son productos de la evolución, pero el lenguaje humano es indudablemente un fenómeno más complejo, interesante y productivo que el canto del pájaro, por hermoso que este sea. El libre albedrío humano es mucho más complejo e interesante que el libre albedrío del pájaro para volar donde quiera. Creo que si la gente comprende que podemos situar la libertad humana en un contexto evolutivo seremos capaces de entenderla y apreciarla mejor.

¿Tienen los animales libre albedrío?
No en un sentido interesante, en parte porque no son moralmente responsables. Este es el punto clave del libre albedrío.

Recientemente, algunos investigadores han empezado a aplicar una perspectiva evolutiva al estudio del comportamiento y de la mente humanos. ¿Qué piensa sobre esta nueva disciplina que muchos denominan psicología evolucionista?
Mis ideas sobre la psicología evolucionista son mixtas y en La peligrosa idea de Darwin

Uno de los temas sobre los que ha escrito mucho es la mente. ¿Cómo de cerca estamos de comprender la mente?
Creo que estamos muy cerca. Hace poco revisé una serie de ensayos que saldrán en un número especial de la revista Cognition dedicado a las aproximaciones neurocientíficas a la consciencia humana. Me invitaron a hacer un artículo de revisión en el que debía opinar sobre si esos trabajos explicaban o no la consciencia, y mi respuesta fue un rotundo “Sí”. Creo que estamos haciendo excelentes progresos. Como en el caso de la biología evolutiva, las nuevas tecnologías nos están inundando con muchos datos. Ahí están las técnicas que permiten visualizar el cerebro de forma no invasiva, y también las técnicas de modelización que permiten explorar los fallos y los aciertos de modelos mucho más complejos que los que se podían estudiar antes. Hoy en día todo el mundo empieza desde un nivel mucho más sofisticado que hace diez o quince años y creo que las piezas están encajando muy bien.

¿Cómo ve el futuro de las relaciones entre la biología y las ciencias sociales?
La verdad es que no lo sé, pero creo que va a ser muy complicado,... por una parte vemos una disciplina joven de economía evolutiva, vemos aproximaciones evolutivas a la teoría política, a la historia, a la psicología, ... No se puede decir que no haya personas que estén empezando a darwinizar sus disciplinas. Las hay y están haciendo un trabajo muy interesante, pero también hay una larga historia de profunda antipatía, de escepticismo, y esto en algunos casos parece estar recrudeciéndose. En el campo de la antropología es un verdadero escándalo. Los antropólogos físicos son evolucionistas y los antropólogos culturales ven cualquier consideración de evolución como la más terrible de las herejías y parece que no hay cura para ello. La única cura posible consiste en esperar a que esos antropólogos sociales, esos antropólogos culturales y sus estudiantes se jubilen y sean reemplazados por subespecies mejores.
Intenté dar una visión equilibrada. Creo que se ha establecido entre los psicólogos evolucionistas una mentalidad de asedio, y es una pena. Se supone que todo el esfuerzo debe ser contra nuestros críticos y, por consiguiente, está muy mal visto criticar desde dentro porque ... ¡ya tenemos bastantes enemigos fuera! Pienso que es un gran error. Hemos de ser muy críticos con el trabajo de segunda categoría dentro del campo y creo que no se ha sido bastante... No es agradable criticar el trabajo de los de tu propio bando, pero es importante hacerlo, y hacerlo amablemente pero a la vez con tanta severidad como sea necesario. Creo que el nivel en psicología evolucionista debería ser considerablemente más alto. El material bueno es bueno y el material malo es terrible. Hace poco me hablaron de un escritor de ciencia-ficción llamado Sturgeon que enunció la denominada ley de Sturgeon, que dice que el 95% de todas las cosas es basura. Y esto supongo que se puede aplicar también a la filosofía y a la biología molecular. Debemos apartar los ojos del material de segunda categoría y concentrarnos en el que sea realmente bueno, es decir, criticar pero también apoyar. Entre los psicólogos evolucionistas ha habido una tendencia a desestimar las explicaciones culturales, que también son fruto de la evolución. De todas formas, creo que sus contribuciones son útiles y valiosas, y la gente no debería resistirse a ellas únicamente porque escuchen diatribas ideológicas en su contra.

domingo, 1 de marzo de 2009

Resucitar


MANUEL VICENT 01/03/2009

Si es cierto, como lo es, que todo el tiempo que ya hemos vivido es el que ya hemos muerto, cualquier experiencia que nos devuelva al pasado hay que tomarla como una forma de resurrección. Basta con hojear el álbum de fotos. Ese niño con el caballo de cartón, esa chica de la bicicleta, el chaval que aparece con los amigos en un parque, la adolescente con el primer carmín en los labios, el barbudo con la trenca apoyado en el pretil del Sena en París, todas esas criaturas sucesivas que fuimos una vez, ya se las ha tragado la vida. Pertenecen al reino de los muertos. Por fortuna seguimos vivos, porque vivir no es sino flotar cada día en la superficie de nuestro propio abismo. Esta teoría tiene una aplicación práctica. Profetas de toda índole coinciden en diagnosticar la extrema gravedad de la actual crisis económica, pero a la hora de pronosticar qué va a ser de nosotros no se ponen de acuerdo. Los oráculos más pesimistas indican que esta recesión nos va a retrotraer al nivel de vida del final de la posguerra; los más optimistas confían en que podremos vivir como lo hacíamos veinte años atrás. En todo caso, si esto es así, sucederá un hecho feliz: con el regreso al pasado este colapso económico nos va a hacer más jóvenes. El constructor, hoy arruinado, volverá a ser de nuevo aquel barbudo de la trenca con un libro de Sartre en la mano; la chica de amianto abrazada a un motero macarra recuperará la falda de flores y la bicicleta con la que iba a la playa; el ejecutivo de una multinacional en quiebra será otra vez un simple oficinista con la bufanda de felpa cruzada en el pecho; el progresista gastrónomo que adora el faisán lo cambiará por el pollo de Carpanta; el contertulio de la caverna que suelta soflamas incendiarias contra la izquierda recobrará el perfil de leninista sectario de hace unos años. La crisis nos dará la oportunidad de resucitar cada cual en su edad de oro. Bastará con abrir el álbum de fotos y uno podrá elegir a su antojo ser de nuevo el joven que luchaba por cambiar el mundo, o el que todavía creía en Dios, o el que aun no tenía tripa, o el que se arriesgaba por los demás, o el que soñaba con las estrellas compartiendo con su amante un bocadillo de sardinas. Sólo la crisis puede hacer este milagro.