domingo, 26 de junio de 2011

La crisis moral

JOSEP RAMONEDA 26/06/2011

Como una apisonadora, el discurso de la austeridad se había impuesto a la sociedad. Izquierda y derecha juraban por ella y la convertían en el recurso ideológico para encubrir su incompetencia. Pero pasan los meses y no se ven por ninguna parte los beneficios de esta estrategia ni los resultados de las reformas que la acompañan. Al revés, se nos dice que la situación todavía empeorará, que el crédito no llegará y que los salarios seguirán a la baja. Todos somos culpables, dicen. Todos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, todos debemos asumir nuestras responsabilidades. Un discurso obsceno: porque pretende poner en el mismo nivel a los ciudadanos y a los que dieron unos créditos de alto riesgo, con el apoyo del enorme sistema de propaganda y persuasión de que disponen. Y porque, además, los que pusieron en marcha la quimera del préstamo siguen en su mayoría en sus puestos y se han autopremiado por el desastre provocado con suculentas recompensas en bonos y otras prebendas. Por ahí se ha empezado a romper el hechizo.

Ante tanto abuso, el tabú ha empezado a resquebrajarse. La gente sigue teniendo miedo, pero ha empezado a perder el respeto. Ahora, a nadie le sorprende oír que la doctrina económica sobre la que está montada la ortodoxia política sabe mucho de grandes cifras, pero nada de economía real. Del mismo modo, cada vez es más usual que la gente se pregunte lo que el discurso de la austeridad esconde: ¿cómo se puede conseguir que una economía se recupere si lo único que se hace es recortarla por todos lados? ¿A quién beneficia este juego cruel? Creo que el caso de Grecia representa el principio del final del engaño. ¿Cómo nos podemos fiar de quienes imponen unas medidas de rescate que todo el mundo sabe que son imposibles de cumplir?

A la vista de este espectáculo, la sociedad va pasando poco a poco del miedo y la inquietud a la desmoralización. El mensaje que llega es descorazonador: tomamos las medidas que tomamos porque los mercados lo ordenan y no tenemos capacidad para desafiar su voluntad. Se puede decir más fino: los mercados, para que funcionen, deben ser regulados. España por sí sola no tiene potencia para hacerlo, solo sería posible si Europa actuara como un cuerpo único. Hoy por hoy, es una quimera. Por tanto, entreguémonos a los mercados. ¿Qué ánimo puede tener la ciudadanía ante tal manifestación de impotencia de la política?

En este contexto, hemos sabido que el presidente del principal banco de España ha estado defraudando a Hacienda durante un montón de años. Él mismo lo ha reconocido al regularizar una cantidad importantísima de dinero que tenía depositada en un banco suizo. No he oído o leído ni una sola reacción. Ningún dirigente político ha hecho comentario alguno ante una noticia que en las circunstancias actuales no debería pasar sin consecuencias. No he visto un solo editorial de periódico sobre el tema. ¿Por qué? Es fácil de deducir: porque la capacidad de intimidación de un banco de esta envergadura es infinita; y porque muchos otros han hecho lo mismo que el señor Botín. ¿No es esto realmente desmoralizante para la ciudadanía? ¿Qué ha de pensar el asalariado que cumple escrupulosamente con sus deberes fiscales?

Y, sin embargo, el presidente del Gobierno sigue a lo suyo, dispuesto a hundir definitivamente al partido socialista, a costa de unas reformas que solo él cree que le harán pasar a la historia, puesto que los mercados y los bancos las consideran insuficientes, y la ciudadanía, abusivas. Y el Partido Popular, que debería ser la intachable oposición dispuesta a asumir el relevo, practica la geometría política variable, sin respeto alguno ni por las ideas ni por los proyectos, apoyando la limpieza en Baleares y a los corruptos en Valencia, promoviendo la reducción de impuestos donde le conviene y su subida o mantenimiento en otros (Extremadura, por ejemplo), jugando a la xenofobia en unas regiones y a la integración en otras, pactando con los nacionalistas catalanes al mismo tiempo que Cospedal inicia en Castilla-La Mancha el recorte del Estado de las autonomías. No hay principios. Todo vale en función de la cuota de poder. E Izquierda Unida entrega el Gobierno de Extremadura al PP, el mismo día en que los indignados -a los que quiso acercarse y le dieron con la puerta en las narices- exhiben su poder de convocatoria. Ciertamente, además de estar metidos en una crisis económica y política, estamos en una profunda crisis moral de las élites.

domingo, 19 de junio de 2011

Becquerelios y atunes

JUAN JOSÉ MILLÁS 19/06/2011
Las noticias vuelan, se van, emigran, desaparecen, a veces regresan, pero lo normal es que no. Las noticias se instalan en nuestras cabezas como si fueran a quedarse a vivir en ellas y un día, cuando menos te lo esperas, abres los ojos y ves a una noticia extraña ocupando el puesto de la familiar. ¿Usted quién es? Yo soy la noticia del día. La noticia del día, si es muy longeva, puede durar una o dos semanas y ya. Lo que no significa que lo que anunciaba haya muerto o haya dejado de matar, pero muere o mata en una dimensión oculta de la mente. Debería inventarse un periódico que sólo se ocupara de las noticias antiguas. Por ejemplo, ¿qué fue de los responsables de la crisis? Supimos que los habían contratado para resolverla pagándoles el doble de lo que cobraron por provocarla, pero a partir de ahí desaparecieron del mapa, con sus nombres propios y sus trajes azules y sus corbatas de rayas. ¿En qué andan ahora dado que estamos peor que ayer pero mejor que mañana?
En la foto de hoy, unos militares japoneses, debidamente protegidos de la radiación, transportan agua pura y fría a la central de Fukushima mientras ésta vierte el agua enferma al mar, comprometiendo la salud de la cadena alimentaria. El vertido concentraba unos 400 becquerelios por litro y fueron 11.500 toneladas (a 1.000 litros por tonelada). Como nos dio miedo averiguar qué era un becquerelio, miramos hacia otro lado. Ya nos lo explicarán mañana, nos dijimos. Pero no hubo mañana porque las noticias vuelan. A lo mejor ahora mismo nos estamos comiendo los becquerelios con el atún.

viernes, 15 de abril de 2011

Sin título

Untitled by luiszaf
Untitled, a photo by luiszaf on Flickr.

martes, 29 de marzo de 2011

Crímenes económicos contra la humanidad

LOURDES BENERÍA / CARMEN SARASÚA 29/03/2011

Según la Corte Penal Internacional, crimen contra la humanidad es "cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil". Desde la II Guerra Mundial nos hemos familiarizado con este concepto y con la idea de que, no importa cuál haya sido su magnitud, es posible y obligado investigar estos crímenes y hacer pagar a los culpables.

Situaciones como las que ha generado la crisis económica han hecho que se empiece a hablar de crímenes económicos contra la humanidad. El concepto no es nuevo. Ya en los años 1950 el economista neoclásico y premio Nobel Gary Becker introdujo su "teoría del crimen" a nivel microeconómico. La probabilidad de que un individuo cometa un crimen depende, para Becker, del riesgo que asume, del posible botín y del posible castigo. A nivel macroeconómico, el concepto se usó en los debates sobre las políticas de ajuste estructural promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial durante los ochenta y noventa, que acarrearon gravísimos costes sociales a la población de África, América Latina, Asia (durante la crisis asiática de 1997-98) y la Europa del Este. Muchos analistas señalaron a estos organismos, a las políticas que patrocinaron y a los economistas que las diseñaron como responsables, especialmente el FMI, que quedó muy desprestigiado tras la crisis asiática.

En la actualidad son los países occidentales los que sufren los costes sociales de la crisis financiera y de empleo, y de los planes de austeridad que supuestamente luchan contra ella. La pérdida de derechos fundamentales como el trabajo y la vivienda y el sufrimiento de millones de familias que ven en peligro su supervivencia son ejemplos de los costes aterradores de esta crisis. Los hogares que viven en la pobreza están creciendo de forma imparable. Pero ¿quiénes son los responsables? Los mercados, leemos y oímos cada día.

En un artículo publicado en Businessweek el 20 de marzo de 2009 con el título "Wall Street's economic crimes against humanity", Shoshana Zuboff, antigua profesora de la Harvard Business School, sostenía que el que los responsables de la crisis nieguen las consecuencias de sus acciones demuestra "la banalidad del mal" y el "narcisismo institucionalizado" en nuestras sociedades. Es una muestra de la falta de responsabilidad y de la "distancia emocional" con que han acumulado sumas millonarias quienes ahora niegan cualquier relación con el daño provocado. Culpar solo al sistema no es aceptable, argumentaba Zuboff, como no lo habría sido culpar de los crímenes nazis solo a las ideas, y no a quienes los cometieron.

Culpar a los mercados es efectivamente quedarse en la superficie del problema. Hay responsables, y son personas e instituciones concretas: son quienes defendieron la liberalización sin control de los mercados financieros; los ejecutivos y empresas que se beneficiaron de los excesos del mercado durante el boom financiero; quienes permitieron sus prácticas y quienes les permiten ahora salir indemnes y robustecidos, con más dinero público, a cambio de nada. Empresas como Lehman Brothers o Goldman Sachs, bancos que permitieron la proliferación de créditos basura, auditoras que supuestamente garantizaban las cuentas de las empresas, y gente como Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal norteamericana durante los Gobiernos de Bush y Clinton, opositor a ultranza a la regulación de los mercados financieros.

La Comisión del Congreso norteamericano sobre los orígenes de la crisis ha sido esclarecedora en este sentido. Creada por el presidente Obama en 2009 para investigar las acciones ilegales o criminales de la industria financiera, ha entrevistado a más de 700 expertos. Su informe, hecho público el pasado enero, concluye que la crisis se hubiera podido evitar. Señala fallos en los sistemas de regulación y supervisión financiera del Gobierno y de las empresas, en las prácticas contables y auditoras y en la transparencia en los negocios. La Comisión investigó el papel directo de algunos gigantes de Wall Street en el desastre financiero, por ejemplo en el mercado de subprimes, y el de las agencias encargadas del ranking de bonos. Es importante entender los distintos grados de responsabilidad de cada actor de este drama, pero no es admisible la sensación de impunidad sin "responsables".

En cuanto a las víctimas de los crímenes económicos, en España un 20% de desempleo desde hace más de dos años significa un enorme coste económico y humano. Miles de familias sufren las consecuencias de haber creído que pagarían hipotecas con sueldos mileuristas: 90.000 ejecuciones hipotecarias en 2009 y 180.000 en 2010. En EE UU, la tasa de paro es la mitad de la española, pero supone unos 26 millones de parados, lo cual implica un tremendo aumento de la pobreza en uno de los países más ricos del mundo. Según la Comisión sobre la Crisis Financiera, más de cuatro millones de familias han perdido sus casas, y cuatro millones y medio están en procesos de desahucio. Once billones de dólares de "riqueza familiar" han "desaparecido" al desvalorizarse sus patrimonios, incluyendo casas, pensiones y ahorros. Otra consecuencia de la crisis es su efecto sobre los precios de alimentos y otras materias primas básicas, sectores hacia los que los especuladores están desviando sus capitales. El resultado es la inflación de sus precios y el aumento aún mayor de la pobreza.

En algunos casos notorios de fraude como el de Madoff, el autor está en la cárcel y el proceso judicial contra él continúa porque sus víctimas tienen poder económico. Pero en general, quienes han provocado la crisis no solo han recogido unas ganancias fabulosas, sino que no temen castigo alguno. Nadie investiga sus responsabilidades ni sus decisiones. Los Gobiernos los protegen y el aparato judicial no los persigue.

Si tuviéramos nociones claras de qué es un crimen económico y si existieran mecanismos para investigarlos y perseguirlos se hubieran podido evitar muchos de los actuales problemas. No es una utopía. Islandia ofrece un ejemplo muy interesante. En vez de rescatar a los banqueros que arruinaron al país en 2008, la fiscalía abrió una investigación penal contra los responsables. En 2009 el Gobierno entero tuvo que dimitir y el pago de la deuda de la banca quedó bloqueado. Islandia no ha socializado las pérdidas como están haciendo muchos países, incluida España, sino que ha aceptado que los responsables fueran castigados y que sus bancos se hundieran.

De la misma forma que se crearon instituciones y procedimientos para perseguir los crímenes políticos contra la humanidad, es hora de hacer lo mismo con los económicos. Este es un buen momento, dada su existencia difícil de refutar. Es urgente que la noción de "crimen económico" se incorpore al discurso ciudadano y se entienda su importancia para construir la democracia económica y política. Como mínimo nos hará ver la necesidad de regular los mercados para que, como dice Polanyi, estén al servicio de la sociedad, y no viceversa.

domingo, 6 de febrero de 2011

“El mundo árabe está en llamas”

Noam Chomsky.

Público
06feb 2011
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El mundo árabe está en llamas”, informó Al Jazeera el 27 de enero, mientras en toda la región los aliados occidentales “están perdiendo rápidamente su influencia”. La oleada de sacudidas se puso en marcha a partir del espectacular levantamiento en Túnez –que expulsó a un dictador apoyado por Occidente–, con repercusión especialmente en Egipto, donde los manifestantes superaron a la brutal Policía del dictador. Los observadores comparan estos acontecimientos con la caída de los dominios rusos en 1989, pero hay importantes diferencias.

Una crucial es que no existe ningún Mijaíl Gorbachov entre los representantes de las grandes potencias que apoye a los dictadores árabes. Más bien, Washington y sus aliados mantienen el bien establecido principio de que la democracia es aceptable sólo en la medida en que responde a objetivos económicos y estratégicos: aplicarla en territorio enemigo (hasta cierto punto), pero no en nuestro patio trasero, por favor, a menos que esté ampliamente domesticado. Sin embargo, la comparación con 1989 tiene alguna validez: Rumanía, donde Washington mantuvo su apoyo a Nicolae Ceaucescu, el más terrible de los dictadores de Europa del Este, hasta que esa alianza se volvió insostenible.Después, Washington aplaudió su derrocamiento y el pasado fue borrado.

Se trata de un patrón estándar: Ferdinand Marcos, Jean Claude-Duvalier, Chun Doo Hwan, Suharto y muchos otros útiles gangsters. Puede que este sea el mismo camino de Hosni Mubarak, junto con los rutinarios esfuerzos de intentar asegurar que el régimen sucesor no se desvíe muy lejos del camino aprobado. Las esperanzas actuales parecen estar puestas en el general Omar Suleimán, recién nombrado vicepresidente de Egipto y leal a Mubarak. Suleimán, durante largo tiempo jefe de los servicios de inteligencia, es despreciado por la rebelión popular casi tanto como el propio dictador.

Un dicho común entre los expertos es que el miedo al Islam radical necesita de la (reticente) oposición a la democracia desde un punto de vista pragmático. La formulación es errónea. La amenaza general ha sido siempre la independencia. En el mundo árabe, EEUU y sus aliados han apoyado regularmente a islamistas, en ocasiones para prevenir la amenaza del nacionalismo laico.

Un ejemplo muy familiar es Arabia Saudí, el centro ideológico del Islam radical (y del terrorismo islamista). Otro de una larga lista es Zia ul-Haq, el dictador más brutal de Pakistán y el favorito del presidente Reagan, quien llevó a cabo un programa de islamización radical (con fondos saudíes).

“El tradicional argumento presentado dentro y fuera del mundo árabe es que no hay nada equivocado, todo está bajo control”, dice Marwan Muasher, antiguo diplomático jordano y ahora director de investigación sobre Oriente Medio del Carnegie Endowment. “Con esta línea de pensamiento, las fuerzas atrincheradas argumentan que los oponentes y todos los que claman por las reformas exageran las condiciones en la práctica”.

Por tanto, la opinión pública puede ser rechazada. Esta es una doctrina de origen antiguo y que se generaliza a lo largo de todo el mundo, incluido el territorio norteamericano. En caso de disturbios, puede que se necesiten cambios tácticos, pero siempre con una
mirada puesta en mantener el control.

El vibrante movimiento democrático en Túnez estaba dirigido contra “un Estado policial, con poca libertad de expresión o asociación y serios problemas con los derechos humanos”, dirigido por un dictador cuya familia era odiada por la corrupción. Esta fue la afirmación del embajador norteamericano Robert Godec en julio de 2009 en el cable publicado por Wikileaks.

Por lo tanto, para algunos expertos, “los documentos de Wikileaks podrían crear un reconfortante sentimiento entre el público norteamericano de que los diplomáticos no están dormidos en los laureles” y que los cables apoyan hasta tal punto la política de EEUU que es casi como si Obama estuviera filtrándose a sí mismo, como Jacob Heilbrunn escribe en The National Interest. “EEUU debería darle a Assange una medalla”, dijo el titular del Financial Times. El responsable de analistas de política exterior, Gideon Rachman, escribe que “la política exterior norteamericana aparece retratada como una política con principios, inteligente y pragmática… La posición pública mantenida por EEUU en cualquier tema es habitualmente también la posición privada”. Desde este punto de vista, Wikileaks socava las “teorías conspirativas” que cuestionan los nobles motivos que Washington proclama regularmente.

El cable de Godec apoya ese argumento, al menos si no vamos más allá. Si lo hacemos, como el analista en política exterior Stephen Zunes informa en Foreign Policy in Focus, encontraremos que, con la información de Godec en la mano, Washington suministra 12 millones de dólares de ayuda militar a Túnez. Como suele ocurrir, Túnez fue sólo uno de los cinco beneficiarios extranjeros: Israel (de manera rutinaria); dos dictaduras de Oriente Medio, Egipto y Jordania; y Colombia, que ha tenido por largo tiempo el peor récord en derechos humanos y la mayor ayuda militar de EEUU en el continente.

La afirmación principal de Heilbrunn es que los árabes apoyan las políticas de EEUU dirigidas a Irán, que fueron reveladas por los cables de Wikileaks. Rachman también se hace con este ejemplo, como los medios en general, aclamando estas alentadoras revelaciones. Las reacciones ilustran el profundo desprecio por la democracia de ciertas personas formadas. No se menciona lo que piensa la población y que es muy fácil de descubrir. De acuerdo con las encuestas publicadas por el Brookings Institution en agosto, algunos árabes están de acuerdo con los comentaristas occidentales de Washington en que Irán es la amenaza: el 10%. Por el contrario, los que consideran a EEUU y a Israel como la mayor amenaza va del 77% al 88%. La opinión de los árabes es tan hostil a las políticas de Washington que una mayoría (el 57%) piensa que la seguridad regional mejoraría si Irán tuviera armas nucleares. Por tanto, “no hay nada equivocado, todo está bajo control”, tal como Marwan Muasher describe la fantasía predominante. Los dictadores nos apoyan. Sus súbditos pueden ser ignorados, a menos que rompan sus cadenas y la política deba ser ajustada.

Otra filtración también parece prestar apoyo a los entusiastas juicios sobre la nobleza de Washington. En julio de 2009, Hugo Llorens, embajador de EEUU en Honduras, informó a Washington de una investigación de la Embajada acerca de “asuntos legales y constitucionales alrededor del derrocamiento por la fuerza del presidente Manuel Zelaya”.

La Embajada concluyó que “no hay duda de que el Ejército, la Corte Suprema y el Congreso Nacional conspiraron el 28 de junio en lo que constituyó un golpe de Estado ilegal e inconstitucional contra el Ejecutivo”. Muy admirable, excepto que el presidente Obama procedió a romper con casi todos los latinoamericanos y europeos al apoyar al régimen golpista y sobreseer las consecuentes atrocidades.

Quizás la revelación más destacada de Wikileaks es una relacionada con Pakistán, reseñada por el analista de política exterior Fred Branfman en Truthdig. Los cables revelan que la Embajada de EEUU también es consciente de que la guerra en Afganistán y Pakistán no sólo intensifica el creciente antiamericanismo, sino también “los riesgos de desestabilizar el Estado paquistaní” e incluso elevar la amenaza de la máxima pesadilla: que las armas nucleares puedan caer en manos de terroristas islámicos. De nuevo, las revelaciones “deberían crear un sentimiento reconfortante… de que los diplomáticos no están durmiéndose en los laureles” (en palabra de Heilbrunn), mientras Washington camina incondicionalmente hacia el desastre.